La Sonaja 2024. Claudia Sheinbaum… la espera del deslinde.

  • ¿Se dará en su momento, tal como lo hizo Lázaro Cárdenas con Plutarco Elías Calles?

Felipe Aurreola.

La doctora Claudia Sheinbaum Pardo está bajo presión.

Actores políticos, académicos y columnistas comentan y presionan acerca de la necesidad de que la ex jefe de gobierno de la Ciudad de México se deslinde del presidente Andrés Manuel López Obrador y camine con luz propia, elabore su propia agenda y consolide su propio equipo.

Claudia Sheinbaum ha sostenido reuniones de trabajo con funcionarios estadounidenses, entre los que destacan la asesora de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden, Liz Sherwood-Randall, y el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar.

De igual manera lo ha estado haciendo con empresarios importantes, representantes de organismos financieros internacionales y agrupaciones empresariales.

Busca generar confianza, sobretodo ante las reacciones que las obsesiones del Presidente López Obrador que al buscar liquidar el actual Poder Judicial y convertirlo en un títere del autoritarismo, ocasionó bruscos deslices en perjuicio del peso mexicano.

 ‘Hay Estado de Derecho y certidumbre en México’ ha dicho para tranquilizar a los mercados y a los inversionistas que han reaccionado a las menciones sobre la reforma al Poder Judicial.

 “No tienen de qué preocuparse los inversionistas nacionales y extranjeros, México es un Estado libre y soberano donde hay Estado de derecho y certidumbre. Procuramos la justicia en todos los sentidos”, agregó la exjefa de Gobierno de la CDMX.

Llamó a no temer ante la reforma al Poder Judicial. Empero, las aguas no están tranquilas.

Esa es la labor hormiga que está llevando a cabo la doctora Claudia Sheinbaum Pardo; siempre bajo el escrutinio del Presidente, quien le vigila y espía contando con la servidumbre de varios elementos incrustados en el equipo de la Doctora.

Hasta el momento, el autócrata presidente no la ha dejado volar, y pretende imponerle su propia agenda.

“La tiene secuestrada”, señalan los maledicentes, no sin justa razón.

Los hechos arrastran.

A diferencia de Enrique Peña Nieto, quien al conocer el resultado del proceso electoral del 2018 y una vez declarado como Presidente Andrés Manuel López Obrador, se reunió con él en Palacio Nacional y le cedió todos los espacios.

Le dejó operar sin acotar su movilidad.

La situación actual es diametralmente opuesta en esta ocasión.

Tras la reunión, entre Sheinbaum y López Obrador, muchos esperaban saliera a cuestionar algunas de las iniciativas presidenciales. No fue así.

Informó que de las 18 reformas presentadas por el Presidente, cinco serían prioritarias en el periodo conocido como “interregno”, es decir, entre lo que continua López Obrador como Presidente y Claudia Sheinbaum como electa.

Incluso aceptó acompañar al Presidente en giras de fin de semana para supervisar obras en proceso.

Es una manera de tenerla controlada, especulan.

Ha trascendido que en algunos encuentros muy privados de Claudia Sheinbaum con personajes políticos y empresariales la presidenta electa ha asegurado que no actuará de manera similar a López Obrador, que evitará la polarización y habrá conciliación.

Se duda.

Hay quienes sostienen seguirán existiendo coincidencias en el actuar, que será una marioneta.

Otros señalan, coincidimos con ellos, en que se debe de dar el voto de confianza y esperar cambios en este tipo de acciones.

Cierto es que continuará el debilitamiento de instituciones porque es el actuar lógico de los regímenes hegemónicos y la historia así lo demuestra; debilitar a la Corte y al INAI debilitarán la democracia y generarán mayor desconfianza en los inversionistas.

Empero, la farsa instrumentada por Andrés Manuel López Obrador en complicidad con la presidente electa para someter a consulta mediante encuesta la aceptación o no de la reforma al Poder Judicial; misma que fue organizada por Morena y anunciar una discusión amplia y Parlamento Abierto, refuerzan la idea anterior.

En lo particular estimamos que el actuar de la Presidente Electa es pragmático.

Cómo intelectual y persona inteligente, Sheinbaum Pardo no puede estar cegada a la realidad política nacional  y las consecuencias de los caprichos presidenciales.

No le queda de otra, más que continuar con su retahíla de “Es un honor estar con Obrador”, porque todavía no tiene todos los hilos de control en sus manos.

Una vez que rinda protesta como Presidenta de la República, que le jure lealtad el Ejército Mexicano y se alineen con ella la clase política morenista a conveniencia de su propia supervivencia político-laboral, será otra cosa.

Hay tiempo de tronar los cohetes o de juntar las varas. Hay tiempo de guerra y hay tiempo de paz.

Por ello, no dudamos ni tantito que en su momento; por salud política y de la Nación, tendrá los arrestos de frenar un posible Maximato, la injerencia en la política nacional, el pretender seguir gobernando.

Habrá de seguir alguno de los ejemplos de la historia: O, como Lázaro Cárdenas al exiliar a Plutarco Elias Calles a San Diego, California; o, como López Portillo al designar a Luis Echeverría como Embajador a Las Islas Fidji.

Al tiempo, señores, al tiempo.

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