Isla de la Piedra, un paraíso de Mazatlán.

  • Disfruta de este paraíso recordando que las playas y no son propiedad de nadie, ni de palaperos ni autoridades.

Redacción.

Isla de la Piedra es una hermosa comunidad a diez  minutos de Mazatlán llegando por el embarcadero de la Avenida Gabriel Leyva.

Con doce mil habitantes, 15 kilómetros de playa, una excelente gastronomía y un ambiente pacífico es un buen lugar para visitar y disfrutar de unos momentos agradables, solo o en compañía.

-	Disfruta de este paraíso recordando que las playas y no son propiedad de nadie, ni de palaperos ni autoridades.

Su vida es familiar. Vistas, atardeceres y oleajes tranquilos.

Desde sus playas puedes admirar otros lugares emblemáticos del puerto como son el Cerro del Crestón y su Faro, sus muelles con los atracaderos para cruceros, buques y embarcaciones pesqueras de bien calado.

Hay hoteles decentes donde se te atiende de manera cordial, sin acosos ni amenazas en zonas de playa.

Por embarcadero, por la carretera México 15 al sur que viene por Barrón o en tours de catamarán; puedes llegar ahí.

-	Disfruta de este paraíso recordando que las playas y no son propiedad de nadie, ni de palaperos ni autoridades.

El origen de esta asentamiento ocurre derivado del Movimiento Agrarista de los años treintas del siglo pasado; donde en diversas comunidades las familias tuvieron que salir huyendo buscando un nuevo punto donde vivir. Eran los tiempos del  Cardenismo.

La historia de este lugar se remonta al sexenio de Lázaro Cárdenas, el Presidente que la gente recuerda por su ayuda a los ejidatarios.

Fue en mayo de 1935 cuando la isla fue habitada por primera vez por decenas de campesinos y sus familias, un año después quedó repartida legalmente como ejido.

El 7 de noviembre de 1936, la Isla de la Piedra marcó el día su fundación-

Isla de la Piedra se constituyó como ejido en el lejano 1936. Sus pobladores originalmente se dedicaban a la agricultura;  a la siembra del cacahuate, hortalizas varias, la explotación de los cocoteros; así como la pesca artesanal y de malla.

Actualmente su economía se ha reforzado con la actividad turística.

Sin embargo, hay algunos vivales –solapados no se sabe por quien- que les ha dado por querer cobrar a los visitantes que se sientan con sus familias en las playas o se atreven a colocar algún parasol.

¡Que eso no los detenga!, tómeles una imagen y denúncielos ante los medios de comunicación.

No permita que le quieran amargar la visita. Las playas son de libre uso.

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