(Información de la revista y portal México Desconocido).
Las piñatas de olla de barro nos remiten directamente al parto de Huitzilopchtli, pues los indígenas solían romper vasijas rellenas de plumas para representar su nacimiento de Tonantzin Coatlicue.
Las piñatas son elementos fundamentales de las fiestas mexicanas, ya que proporcionan diversión y alegría a personas de todas las edades. Existen diversas teorías sobre su surgimiento. Una de las más conocidas sugiere que Marco Polo llevó esta tradición desde China a la Italia católica en el siglo XIII; en el Imperio del Dragón Rojo, se celebraba el Año Nuevo con figuras de animales que se rompían para alejar la mala suerte. Posteriormente, la tradición habría viajado a España. No obstante, los mexicas también contaban con una celebración similar: rompían ollas de barro llenas de plumas y ofrendas para festejar el nacimiento de Huitzilopochtli durante diciembre, lo que representa un antecedente local más directo.
La fusión de estas prácticas dio lugar a la piñata tal como la conocemos hoy. Se cree que la tradición sincrética de las piñatas de olla de barro no apareció sino hasta la llegada de los evangelizadores agustinos a Acolman, en el actual Estado de México. Ellos integraron todos los elementos disponibles para las fiestas de las posadas, utilizando la piñata como herramienta didáctica para transmitir a los indígenas mensajes en torno a la Navidad y la lucha contra el pecado.

Actualmente, las piñatas siguen evolucionando. Hasta hace unas décadas, solo era común ver formas de estrellas, fresas o animales. Sin embargo, hoy en día existen piñatas con las formas y personajes que la imaginación permita. Además, se usan materiales menos tradicionales para su fabricación, como tela y cartón. Incluso la forma de romperlas ha evolucionado en algunos casos, permitiendo la apertura mediante tiras secretas o a través de mecanismos de giro, evitando el uso del palo.
Piñatas de olla de barro, tradición prehispánica que resiste y se transforma
A pesar de los cambios, uno de los materiales que evocan mayor nostalgia son, precisamente, las ollas de barro. Estas se empleaban originalmente para elaborar las piñatas y simbolizan su arraigo prehispánico.
Como ya se mencionó, los pueblos indígenas rompían vasijas —que representaban a la diosa Coatlicue— durante la festividad invernal del Panquetzaliztli. Esta actividad ritual fue reinterpretada tras la llegada de los evangelizadores, quienes le confirieron un nuevo simbolismo: la lucha contra el mal, idea que pudo tener influencia de las tradiciones chinas. Con la colonización, también se integraron elementos decorativos, como los característicos picos y el vistoso papel de China (papel seda).
Evolución a trabajo de cartonería
Hasta bien entrado el siglo XX, la producción de piñatas de olla de barro continuó sin mayores cambios. El acto de romper una piñata iba acompañado del sonido inconfundible de los golpes al quebrar el barro. Dado que la mayoría de los participantes están vendados, también era común recibir algunos golpes accidentales de la piñata al moverse, por lo que se requería de una mayor astucia para golpearla.
Con el objetivo de evitar accidentes y disminuir el costo de producción artesanal, el engrudo y el papel periódico reciclado fueron ganando terreno en el mundo de las piñatas. Con el tiempo, las piñatas de olla de barro se han convertido casi en una excepción, utilizadas principalmente durante la época navideña. No obstante, su producción artesanal continúa en su lugar de origen, Acolman, y en otros poblados del país. Su existencia no es solo un capricho, sino un tesoro invaluable que nos recuerda el origen indígena de la tradición, así como los elementos culturales que llegaron desde fuera para enriquecerla.