- Desde Centroamérica llega a las aguas tibias de la bahía a desovar.
- Su llegada causa revuelo entre los amantes de esta delicia económica.
Alfredo Ramírez.
Es una delicia culinaria.
Se le conoce en la localidad como “Los pajaritos” y, en otros lugares del pacífico, el Golfo y el mar Caribe como los “mediopicos”.
Fue en la década de los Setentas cuando esta especie de pez, conocida científicamente como “Hemiramphidae” y cuya presencia se da en todos los mares del mundo e incluso algunas especies se desarrollan en ríos; cuando en Mazatlán se dio el boom por consumirlos.
La exquisitez de su sabor, la facilidad de preparación y la abundancia lo convirtieron en un platillo sumamente popular, a grado tal de que esta especie migratoria corría el riesgo de extinguirse o verse mermada su población.
El Pajarito arriba a Mazatlán en los meses de mayo, buscando la tibieza de las aguas, para aparearse y propiciar el desove en unos pocos días, donde los pescadores tradicionales de Playa Norte esperan la llegada de la noche para ir a cercarnos y cegarlos con lámparas de mano u otro tipo de luz fosforescentes que permiten atraerlos a la superficie de las aguas donde son capturados con redes mariposa, atarrayas de mano o cedazos.
Cuando escasea el precio se dispara, cuando el volumen es mucho se convierte en una especie sumamente económica al alcance de todo bolsillo.
Bien fritos en aceite, se come hasta con todo y espinas acompañados de una buena salsa casera, tatemada o ranchera. Con frijoles caldudos o refritos y en muchos casos con una buena ambarina helada.
Cuando se les captura enhuevados, algunas personas degustan de la hueva frita aunque el sabor es más intenso.
Ha habido temporadas en que el “Pajarito” se ausenta de las costas locales; en algunas ocasiones hasta por cinco años, siendo atribuido a la sobre explotación, la contaminación y las temperaturas de las aguas.
Los pajaritos o “mediopicos”, llegan en algunos lugares a medir hasta 45 centímetros y representan, cuando menos para la región nayarita y del sur de Sinaloa un respiro económico para los pescadores, por lo general pangueros artesanales.
Hay personas y restauranteros que compran buenos volúmenes para limpiarlos, empaquetarlos y refrigerarlos a efecto de consumirlos buena parte del año.
Durante el proceso de migración hasta llegar a la zona de apareo; lo mismo se alimentan de algas, crustáceos y peces más pequeños; siempre buscando camuflagearse con sus colores verde o azul oscuro en el lomo y blanco plateado en el vientre, hasta que son capturados y se exhiben en su color natural: plateado con pequeñas franjas oscuras.
En estos días el precio del kilogramo de esta delicia culinaria se expende en sesenta pesos ya limpio.