Felipe Guerrero Bojórquez
El referéndum ha sido históricamente el arma de los dictadores y a nombre del pueblo han cometido las peores atrocidades.
Adolfo Hitler promovió un referéndum para aprobar la «Ley de la Jefatura del Estado Alemán» que tuvo como objetivo consolidar todos los poderes en un solo hombre y en el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. «Este evento, precedido por la aprobación de la Ley Habilitante de 1933, fue el último golpe a las instituciones de la república que estableció la dictadura totalitaria de Hitler, la que duró hasta 1945».
Por supuesto, el referéndum hitleriano se sustentó operativamente en el ejército y el grupo paramilitar Escuadrón de Protección (SS), que intimidaron a la población y en muchos casos la obligaron ir a las urnas. El dictador «ganaría» con el 88 por ciento de los votos. La propaganda hitleriana idiotizó a los alemanes, quienes pagaron las consecuencias de su error histórico, al crear las condiciones para avalar a un demente asesino al frente del gobierno. Fue una época de terror para el pueblo alemán y el mundo. El populismo fue su base, el exterminio su método.
En el caso del dictador José Stalin, en aquella Unión Soviética, en el plano político, «todo el poder se concentró en el Partido Comunista restándole autoridad al Estado, a los Sóviet y a los estados federativos. El Partido Comunista anuló cualquier división del poder en los años 1920; el Estado soviético se burocratizó fuertemente, el poder ejecutivo se elegía cada cuatro años, pero solamente eran candidatos los miembros principales del Partido, se subyugó a los antiguos sóviets y el poder judicial quedó bajo el dominio del mismo Partido Comunista». Cualquier parecido a lo que pasa en México es mera coincidencia.
Stalin consolidó su poder autocrático con base en el culto a la personalidad y la represión policiaca, especialmente mediante la NKVD (Comité del Pueblo para Asuntos Internos). La propaganda y la censura fueron medios importantes en esa dictadura, además del espionaje a los que consideraban enemigos del régimen cuyo destino era el exilio o la muerte en campos de concentración».
En el caso del dictador Benito Mussolini, en Italia, estableció un Estado de terror a través del ejército y de un grupo paramilitar llamado «Los Camisas Negras» que actuaban con violencia para obligar a la gente a apoyar las ideas fascistas, aunque con su sistema de propaganda ideologizaron a la sociedad italiana, la que se dio cuenta muy tarde que habían caído en las garras de un demonio, que los refundió en el infierno a partir de ofrecerles el paraíso terrenal.
El régimen de Mussolini se proclamaba socialista y su plataforma económica invocaba al colectivismo y a la nacionalización. Igualmente, a través de la propaganda, apelaba al sentimiento popular, al pueblo, a la patria, «como los protagonistas del régimen». De ahí su identidad con el populismo de hoy y de los regímenes que como en Cuba, Venezuela y Nicaragua se apoderaron de las instituciones y del control absoluto del voto popular.
Hoy la propaganda socialista de esos países ha hecho crisis, porque la dramática realidad económica y de extrema pobreza exhibe a sus modelos totalitarios y esclavizantes. Se sostienen a base de represión y amenazas porque ellos tienen todo el control de las instituciones, principalmente del ejército, poder judicial y legislativo. ¿Para allá va México? Analistas y adversarios del régimen aseguran que sí.
Sin duda los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y el que hoy preside Claudia Sheinbaum, definieron y han caminado sobre esa tendencia del control absoluto, lo que hoy se refleja en la aprobación, de parte del Congreso, de la llamada «Supremacía Constitucional» , cuyo espíritu central es prácticamente desacatar, de parte del Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, cualquier apelación e impugnación que dictamine la Suprema Corte. Lo han hecho ,”a nombre del pueblo”.
Para no pocos estudiosos del derecho constitucional, asistimos a un golpe de Estado porque a la Corte se le desconoce través de la abusiva fuerza política dominante (MORENA) en el Congreso. El objetivo es claro: Apoderarse políticamente de este poder constitucional y, al mismo tiempo, de todas las instituciones de la República que ejercen un contrapeso de frente al régimen. ¿Es esto democracia emanada del pueblo a es totalitarismo emanado de un partido político? ¿Cómo llamarle exactamente?
Pero no solo eso, Claudia Sheinbaum enviará, sino es que ya la envió, una iniciativa al Senado, en la que se contempla que la Secretaría de Seguridad Pública que encabeza Omar García Harfuch también investigue, independientemente de que hasta hoy la FGR es la única constitucionalmente facultada para investigar el delito.
A como están las cosas en este país, con un gobierno capaz de haber aprobado la llamada «Supremacía Constitucional», al igual que en su tiempo lo hicieron las dictaduras más conocidos del mundo, emerge la duda: ¿De qué se trata? ¿A caso de regresar a los años 70, cuando el régimen totalitario del PRI investigaba a sus adversarios, los detenía, torturaba, encarcelaba y asesinaba a través de aquella terrorífica Dirección Federal de Seguridad, policía política que persiguió a los principales líderes de izquierda entre 1972 y 1978?.
Si alguien sabe de estas atrocidades son muchos de los que hoy se presumen como demócratas al interior de la 4T, incluyendo a la propia Presidenta Claudia Sheinbaum. Ellos, los que lucharon contra la represión, la cerrazón, el abuso, la concentración del poder, el cinismo y la corrupción de aquellos años, hoy, tal parece, que pretenden hacer lo mismo.
Como dice una de las juezas que lucha contra las reformas al poder judicial: «México despierta, la dictadura ya está en la puerta».