- Dice que lo buscó un cártel del narco y lo enamoró poderosa política.
- “El Compayito” declara lo antetior en cabal de Youtube de Jordi Rosado.
«Yo sé que, si entras y sales es con los tenis por delante y yo no uso tenis. No quiero quedarles mal”, le respondió el famoso de Televisa al narcotraficante
El comediante Edson Zúñiga, el comediante que dio voz al famoso personaje de “El Compayito”, confesó que un importante capo del narcotráfico lo invitó a entrar a su cártel transportando droga en un maletín. “El Norteño”, como también es conocido, agregó que se le acercaron líderes de grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), los Beltrán Leyva, la Familia Michoacana, entre otros.
“Nosotros seguimos a todos y tú eres de los pocos que no tienes un orden de tus movimientos, tú haces Reynosa, Frontera Comalapa, Chiapas, Mexicali en tres días, eres una canica en una caja enorme y eso nos interesa, entonces es un portafolio que tú vas a mover y porque tú entregues ese portafolio a ti te vamos a dar 800 mil pesos (más de 38 mil dólares) y le dije ‘no, güey’. Me dijo ‘Edson mucho dinero’; le dije ‘Sí pero yo cago solo, tú no’”, relató durante una entrevista para el canal de YouTube del conductor mexicano Yordi Rosado
“!No me toca juzgar porque son seres humanos igual que nosotros nada más que ellos una de dos: o creen en Dios o no tienen mamá, entonces pierden ese miedo”.
Edson Zúñiga reveló que su padre era militar y se dedicaba a tirar aviones del narcotráfico que intentaban entrar a Estados Unidos.
“Dije ‘sabes que no’, es un negocio que desconozco, pero mi papá es militar y yo sé que, si entras y sales es con los tenis por delante y yo no uso tenis. No quiero quedarles mal”.
Una poderosa mujer de la política le coqueteó
El Norteño también narró la vez que una importante mujer de la política trató de conquistarlo, cuando ella estaba en estado de ebriedad. Zúñiga dijo que antes de ser famoso se desempeñó como piloto aviador y trabajó para la exdiputada y exdirigente sindical, Elba Esther Gordillo.
“Estábamos en una junta del magisterio de Guerrero y la señora se había tomado unas copas, además había sido una junta larga, en algún momento me dice: ‘Hijo por favor ve a mi habitación y en mi equipaje hay unas sandalias, por favor tráemelas porque no aguanto estos zapatos’, entonces fui a su habitación y a la hora que entro a su habitación ahí estaba ella, yo no supe cómo se trasladó. La señora se safa su zapatilla y me pone el pie en la boca”.
