FALLECE DOÑA ROSARIO IBARRA A SUS 95 AÑOS DE EDAD Y 48 AÑOS BUSCANDO A SU HIJO.

  • Un personaje emblemático en la historia de nuestro país que encabezó la lucha por la búsqueda de los desaparecidos.
  • Cuatro veces fue nominada el Premio Nobel de la Paz.
  • El sistema priísta, panista y Morenista le quedó a deber en vida.

Alfredo Ramírez.

A los 95 años de edad y tras 48 años de búsqueda en vano de su hijo, Jesús, desaparecido por el sistema nefasto de nuestro país, ha fallecido doña Rosario Ibarra de Piedra.

Un personaje emblemático en la historia moderna de México, que dedicó varias décadas de su existencia, no solamente a buscar a su hijo sino a acompañar a cientos de madres de personas desaparecidas a lo largo y ancho de la República, situación que se ha recrudecido en los últimos años.

A lo largo de toda su lucha logró encontrar con vida a cerca de 150 personas desaparecidas, por medio del Comité ¡Eureka!, pero no así a Jesús Piedra Ibarra, quien, a los 21 años de edad, siendo estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León fue detenido por el supuesto secuestro y asesinato de un empresario.

Doña Rosario Ibarra de la Garza nació un 24 de febrero de 1927 en Saltillo, Coahuila.

Junto con el doctor  Jesús Piedra Rosales procrearon una familia, donde actualmente una de sus frutos es la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

En el caso de su hijo, Jesús, un 18 de abril de 1975 fue detenido junto a un grupo de jóvenes de la llamada Liga Comunista 23 de septiembre; por agentes de la Dirección Federal de Seguridad que encabezaba Miguel Nazar Haro.

Se les acusaba de haber formado parte del grupo que secuestro y asesino al empresario Eugenio Garza Sada el 17 de septiembre de 1973. De acuerdo con testimoniales lo torturaron y trasladaron a las oficinas de la DFS en la ciudad de México donde se le perdió el rastro.

Eran los tiempos del nefasto gobierno de Luis Echeverría Álvarez; quien con cien años todavía vive.

Ante personaje, doña Rosario Ibarra se presento en mayo de 1975 cuando le rendían homenaje al poeta Alfonso Reyes en el Bosque de Chapultepec e entregarle una carta y denuncia de hechos al sátrapa. Ella tenía 48 años de edad.

Ella y su esposo – a quien le rompieron la columna vertebral- ya habían sufrido la represión del gobierno echeverrista en 1973 y 1974.

“ El día de ese homenaje a Alfonso Reyes, el presidente Echeverría mandó a doña Rosario con el procurador Pedro Ojeda Paullada, sin que éste le resolviera absolutamente nada, y comenzó un peregrinar de décadas que incluyó a todos los presidentes de México de la era moderna sin que hasta el día de hoy, doña Rosario, supiera qué fue de Jesús Piedra Ibarra”, consigna Proceso.

A partir de entonces empezó a buscar a su hijo fotografía en mano.

En 1977 creó el Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, mejor conocido como Eureka. Comenzaron una labor de búsqueda y difusión pública, hasta donde se podía en ese entonces, de las fotografías de sus hijos, acosaban funcionarios de procuración de justicia, gobernadores, y nada.

Sus consignas eran:  “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

Buscaban información en campos militares y penales. Realizaron huelgas de hambre como la del 28 de agosto de 1978 donde los curas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, no les permitieron el acceso.

De acuerdo con la reseña histórica de Alejandro Jiménez, con la Ley de Amnistía del presidente José López Portillo, ese mismo año de 1978, fueron puestos en libertad mil 500 presos políticos, permitiendo el regreso de 57 exiliados al país y el desistimiento de más de dos mil órdenes de aprehensión. Mucho de ello, debido a la presión de doña Rosario quien, sin embargo, seguía sin encontrar a su hijo.Nada pudo contener su búsqueda. Un año después de la huelga de hambre, el 28 de agosto de 1979, el comité Eureka logra reunir en la iglesia de San Hipólito de la ciudad de México a madres de desaparecidos de Jalisco, Sinaloa, Nuevo León, Guerrero, Puebla y la Ciudad de México, con gran cobertura mediática para la época.

“ El 10 de diciembre de ese mismo año, organizan una marcha que reúne a más de 20 mil personas, lo que para la época era meritorio. De su original y nunca subordinado propósito de encontrar a sus hijos e hijas desaparecidos, logran ahora conformar el Frente Nacional contra la Represión por las Libertades Democráticas y la Solidaridad, que es el antecedente de las organizaciones de derechos humanos de la sociedad civil.Cinco días después, de manera aleatoria y aparentemente sin un criterio claro, comenzaron a ser liberados detenidos en la guerra sucia, algunos de los cuales sus familiares daban ya por muertos al no tener noticia de su paradero.Para 1982 su comité reportaba 525 personas desaparecidas, de ellas 33 eran mujeres, de las cuales tres estaban embarazadas al momento de desaparecer”.

La lucha de Rosario Ibarra de Piedra apenas comenzaba.

En 1982 y 1988 fue candidata a la presidencia de la República; en 1986, 1987, 1989 y 2006 fue nominada al Premio Nobel de la Paz.

“ En 21 de abril de 2003, la Fiscalía para investigar los hechos de la guerra sucia consigna a dos símbolos de las fuerzas policiacas que combatieron a las guerrillas en las décadas de los 70 y 80: Miguel Nazar Haro y Luis de la Barreda Moreno, ambos por la desaparición de Jesús Piedra Ibarra. Tras apelaciones legales, la Suprema Corte confirmó en noviembre de ese año que este tipo de delitos no prescriben y se procedió a su detención. Doña Rosario, sin embargo, no quedó conforme, quería saber de su hijo”. (PROCESO).

El Comité ¡Eureka!, conocido también como “las Doñas”, y el colectivo Hijos de México, en un 19 de junio del 2012 abrieron el Museo Casa de la Memoria Indómita para reivindicar a las personas victimas de la desaparición forzada.

El 23 de octubre de 2019, a 44 años de la desaparición de su hijo y cuando doña Rosario Ibarra tenía 92 años, el Pleno del Senado de la República aprobó otorgarle la Medalla de Honor Belisario Domínguez, pero siempre dijo que todos esos merecimientos no valían para ella tanto como la vida de su hijo jamás encontrado. Esto lo expresó mediante una carta, ya que no acudió a recibirlo por problemas de salud y le cedió el reconocimiento a López Obrador.

“No quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y añorados hijos y familiares”, dijo por carta.

Le quedó debiendo, al igual que los nefastos gobiernos del pasado.

La lucha de doña Rosario Ibarra de la Garza continúa en la lucha que cientos de madres, organizadas en grupos conocidos como “las rastreadoras” realizan a lo largo y ancho del país mientras que el inepto gobierno o se cruza de brazos, se hace el occiso o el omiso.

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