La imagen del día: Un Secuoya caído.

(Imagen cortesía Portal Curiosity).

Esta poderosa imagen tomada en 1899 en la Sierra Nevada, Estados Unidos, muestra a un grupo de personas de pie sobre el enorme tocón de un árbol talado. No se trata de un árbol común: era un coloso, probablemente un secuoya gigante, una de las formas de vida más grandes y longevas del planeta. Hoy, esta imagen no solo nos asombra por su escala, sino que también nos sacude con una profunda reflexión sobre el impacto de nuestras acciones.

En ese entonces, la tala se veía como progreso. La industria avanzaba, se construían ciudades y ferrocarriles… pero a qué costo. Árboles que tardaron miles de años en crecer, que almacenaban toneladas de carbono, que ofrecían hogar a miles de especies, fueron derribados en cuestión de días. Se perdió más que madera: se borraron siglos de historia viva, se alteró el equilibrio de ecosistemas enteros y se rompió el vínculo espiritual y natural entre el ser humano y la Tierra.

Los árboles gigantes no solo son testigos del tiempo; son guardianes del planeta. Su tamaño es una muestra de la paciencia de la naturaleza, de su sabiduría, de su capacidad para sostener la vida. Protegen el suelo, regulan el clima, purifican el aire y nos recuerdan cuán pequeños somos ante la inmensidad de lo natural. Cada uno de ellos es un monumento viviente que no debería desaparecer por descuido o ambición.

Hoy, que enfrentamos el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los bosques, esta foto es un llamado urgente. Nos invita a valorar lo que aún tenemos, a proteger lo que queda y a aprender del pasado. No podemos cambiar lo que se hizo en 1899, pero sí podemos decidir cómo actuamos en 2025.

Cuidar un árbol hoy es cuidar la vida mañana.

Créditos al autor

Scroll al inicio