SEAMOS CLAROS: La libertad de expresión de Trump y la censura de las redes sociales

Oliver Velasco

El discurso sobre la libertad de John Stuart Mill puede ser muy útil en la coyuntura actual de lo que acontece no sólo en los Estados Unidos, sino también aquí en México y que se empieza a vislumbrar como la discusión política por excelencia en el proceso electoral venidero para el 2021. Pero es conveniente ir por partes, exponer los hechos, desglosar cada elemento a fin de exponer los puntos de vista y después compartir nuestro argumento.

El miércoles 6 de Enero se celebraría en el Capitolio de Washington D.C. la ratificación por parte del congreso de los Estados Unidos de las votaciones de los colegios electorales de los estados, ceremonia que oficializa ante este órgano la elección para presidente. Ante las distintas negativas por parte de las cortes locales y la suprema corte de aquel país, para anular los comicios, para descalificar las votaciones y para desconocer la legitimidad de los órganos electorales. El presidente Trump instruyo al vicepresidente Pence, figura que certifica en nombre del ejecutivo ante el congreso las elecciones, a  desconocer ante el congreso la decisión de los órganos electorales, cosa que no sólo es inconstitucional, sino antidemocrática, por lo que el vicepresidente se negó. Es así como ante toda las instancias legales e institucionales agotadas, el presidente recurre a las huestes que creen en el fraude que había estado pregonando, que no son pocos. De hecho un 75% de los votantes republicanos están convencidos que hubo algún tipo de fraude en las elecciones para presidente.

Esa mañana en el monumento a Washington, Trump expuso, sin prueba alguna, los diversos casos de supuesto fraude ante la multitud, por alrededor de una hora, también ataco a los correligionarios y representantes republicanos que no le apoyan en sus demandas, calificándolos de “débiles” diciendo: “Increíble por lo que tenemos que pasar, y tener que hacer que tu gente luche. Si ellos no luchan, tenemos que eliminar a los que no luchan”, Así arengo a la multitud a marchar hacia el Capitolio con estas palabras: “Caminaremos hasta el Capitolio y vitorearemos a nuestros valientes senadores y congresistas”, “Caminaremos y entrare allí con ustedes”, “Vamos a intentar darles a nuestros republicanos, a los débiles, porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda, el tipo de amor propio y audacia que necesitan para recuperar nuestro país”. Con estas arengas incito a la multitud a la marcha, a la que sin embargo, no acompaño.

La toma del Capitolio dejo un saldo de 4 muertos y duro tres horas y media. El presidente hizo muy poco, prácticamente nada para detener a sus seguidores. Las órdenes de movilizar a la guardia nacional vinieron de secretario de defensa, y fue hasta que el presidente electo Joseph Biden exigió a Trump un comunicado, que este a través de su red social de tweeter dirigio un mensaje solicitando a los “manifestantes” a regresar a sus casas. Por su parte la red social con anterioridad había advertido al presidente mediante mensajes en sus publicaciones que las afirmaciones que este hacia sobre fraude no estaban sustentadas en ningún dato, pero no había bloqueado los mensajes porque estos seguían representando la opinión del usuario, aunque esta fuera no comprobada. Sin embargo, después de lo ocurrido en el capitolio, la red social decidió bloquear la cuenta del usuario Donald Trump debido a que ponía en riesgo la seguridad nacional al arriesgar la vida de las personas y las instituciones democráticas con sus mensajes, que aunque no fueron expuestos en redes sociales, potencialmente podrían serlo a partir de lo dicho en su discurso, por su parte otras redes sociales como Facebook y su consorcio hicieron lo mismo.

A partir de aquí existen dos preguntas: ¿Qué es la censura? y ¿realmente las redes sociales pueden ejercerla con base en el potencial mal uso de las mismas? Comencemos desde el principio: el estado concesiona el espectro radio eléctrico a empresas de medios para los fines que ellas hayan expuesto ante el gobierno y estén conforme a las leyes. Al mismo tiempo los medios tienen líneas periodísticas o políticas editoriales que son dictadas de manera interna. La censura se da cuando el poder impide la trasmisión o dicta la línea editorial desde fuera del medio, aun habiendo este cumplido con las prerrogativas legales para su trasmisión. La censura se da desde los aparatos del estado, ya que este (el Estado) tiene sus propios medios de comunicación que le permiten llegar a la población. Aún si los medios dentro de sus líneas editoriales decidieran omitir información del Estado, este puede sancionarlos o presentar recursos legales para que la omisión sea rectificada. Pero lo contrario no es posible. Es decir, los medios no tienen la capacidad de sancionar al estado. Por ello lo que ocurre respecto a la censura no es bidireccional, sino unidireccional. Lo que ocurrió fue la cancelación de una cuenta personal, no de una cuenta oficial del gobierno de los Estados Unidos.

Las redes sociales no son medios de comunicación, en su acepción informativa con línea editorial, son medios de difusión y contacto. Tienen sus políticas para evitar que información potencialmente dañina pueda generar perjuicios a la sociedad. Y como medios de difusión los usuarios acceden a las condiciones que la red social impone para su uso. Si Trump o cualquier otro no cumple con esas condiciones, no está siendo censurado, está incumpliendo con lo acordado para publicar, no hay censura, hay una política de uso. No hay censura porque la censura se da desde el estado y porque las redes sociales son medios de difusión, no de información.

Finalmente, respecto al potencial peligroso por el cual valdría el cancelar las redes sociales potencialmente peligrosos, sería justo citar a Stuart Mill cuando dice: “Entiendo por infalibilidad el tratar de decidir para los demás una cuestión, sin que se les permita escuchar lo que se les puede decir en contra. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión, aunque pudiera servirme para sostener mis convicciones más solemnes”. Es decir, a pesar de las políticas que las redes pueden tener, no se puede pretender eliminar la opinión potencialmente peligrosa de alguien, sin que este alguien la haya expresado, por lo que las redes sociales si están con sus políticas legales, faltando al principio fundamental de la libertad de expresión. Por lo que lo legal, no siempre es lo correcto.

 

*Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la Facultad de Ciencias Sociales en las licenciaturas de economía y sociología. Licenciado en filosofía maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, maestro en gestión pública aplicada por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente doctorante en la Universidad Autónoma de Nayarit/ Integrante de Unidad Democrática Sinaloa.

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