“México invierte solamente el 0.26% del Producto Interno Bruto en investigación y desarrollo”: Dip. Víctor Antonio Corrales Burgueño.
Es de gran significancia, como sinaloenses y mexicanos, adherirnos y actuar en las actividades de la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz que se instauró por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1986, esta reflexión internacional reconoce a la ciencia como un pilar para la paz, para el desarrollo sostenible y para el bienestar colectivo; además, celebra cada año los aportes de la ciencia al progreso humano, sino que subraya la necesidad de fortalecer el diálogo entre la comunidad científica, los responsables de políticas públicas y la sociedad en su conjunto. Este año, México vive un momento decisivo en su política científica, señaló el diputado Víctor Antonio Corrales Burgueño.
En México cobra auge esta actividad a partir del 1 de enero del 2025, fecha en que por ley se crea la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación, que encabeza la Dra. Rosaura Ruiz, y que se propone como una de las principales tareas “acercar la comunidad científica a la solución de los problemas públicos y sociales”.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, México invierte el 0.26% del Producto Interno Bruto en investigación y desarrollo, la proporción más baja entre los países de la OCDE. Esta cifra contrasta con el promedio de América Latina, que es de 0.6%, con la recomendación de la Unesco de alcanzar al menos el 1%, y con países latinoamericanos como Brasil, que está invirtiendo alrededor del 1.2%, por eso es importante destacar que en el Proyecto de Presupuesto de Egresos para el 2026, se contempla una inversión total en ciencia, tecnología e innovación de poco más de 64 mil millones de pesos.
El diputado Víctor Antonio Corrales Burgueño, presidente del Grupo Parlamentario del Partido Sinaloense, agregó: El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, el denominado IMPI, señala que en 2024 se otorgaron 10 mil 897 patentes, pero de estas, sólo 694, o sea, el 6.3% fueron para ciudadanos mexicanos, y esta ha sido la cifra más alta en los últimos 30 años. Es necesario establecer que los mexicanos no tienen la cultura del registro de patentar todos estos procesos de innovación que pueden tener aplicación para el desarrollo tecnológico en nuestro país.
A diferencia de lo que ocurre en países como China y Estados Unidos, esta distribución lo que hace es evidenciar una fuerte dependencia del exterior. La ciencia, cuando se orienta al bienestar colectivo, tiene un papel esencial en esta arquitectura de paz.
Estos factores dificultan que la ciencia se traduzca en mejoras concretas. Y es en este contexto en donde el grupo parlamentario del Partido Sinaloense que integramos la diputada Angélica Díaz Quiñones y un servidor, reconocemos la Estrategia Nacional de Divulgación de la Ciencia impulsada por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.
Nos sumamos a este esfuerzo y proponemos que desde esta legislatura se construya y promueva una agenda estatal de colaboración interinstitucional con universidades, centros de investigación y dependencias públicas. Esta agenda debe priorizar proyectos de educación comunitaria, ciencia aplicada y cultura científica, especialmente en las regiones del Estado con mayores condiciones de rezago social. Ahí, donde más se necesita, el conocimiento puede convertirse en un verdadero catalizador de desarrollo, inclusión y justicia social.